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sábado, 29 de enero de 2011

EDUCACIÓN EN FAMILIA Y CINE (y dos)


El escritor y su hijo Jesse
 Lo prometido es deuda... Aquí les ofrecemos la segunda entrega de nuestra entrada sobre EeF y cine. En este caso, se trata de un libro, a medio camino entre lo ensayístico, lo literario y lo autobiográfico, escrito por David Gilmour, un escritor canadiense que emprendió un singular viaje con su hijo adolescente Jesse, de 17 años... sin moverse de casa. Y es que fue un periplo cinematográfico y cinéfilo. Como nuestra intención es motivarles a Uds. a que, aunque sea como simples espectadores en este caso, asistan a esta particular experiencia -esto es, que lean esta obra que les recomendamos-, nos les vamos a chafar la guitarra detallándoles los pormenores y las vicisitudes que padre e hijo afrontaron con imaginación y valentía en su aventura compartida. No hay nadie más odioso, si se nos permite la expresión, que quien cuenta la película y cómo acaba a aquellas otras personas que todavía no la han visto... No seremos nosotros quienes caigamos en esa tentación...
Lo que sí les compartiré son algunas de las reflexiones, las emociones y los pensamientos que me produjo la lectura de Cineclub, título en español con el que se publicó esta nueva incursión del autor en una editorial barcelonesa en 2009.
Destaco en primer lugar la identificación por mi parte de todos aquellos miedos, inseguridades y temores varios que suelen asaltarnos a quienes tenemos hijos adolescentes: el atractivo de lo que los románticos dieron en llamar los "paraísos artificiales" -con Baudelaire y de Quincey a la cabeza...-; sus primeros escarceos sexoafectivos -manipulaciones emocionales y posibles riesgos con derivaciones complicadas y en ocasiones funestas incluidas-; el abismar cerca de ellos -y de nosotros- el precipicio de la depresión y de los obstáculos que a primera vista juzgamos insalvables; el sufrimiento indecible que provocan nuestras relaciones de amor-odio/entrañamiento-alejamiento, como los vaivenes incontrolables de las mareas; la incertidumbre de lo que puede o no depararnos a ambos el presente, y no digamos ya el futuro, y no sólo el más lejano; el reflejo en nuestros adolescentes de su -y nuestro- cuestionamiento como progenitores y educadores aptos y competentes (del "somos magníficos, qué buena labor he hecho", al "¡qué mal que me ha salido, qué desastre de padre he sido!"); etcétera, etcétera, etcétera. ¿Quiénes de nosotros y de nosotras no ha experimentado en propia carne y espíritu estos dolores profundos, que más frecuentemente de lo que quisiéramos reconocer nos han deparado negras noches de insomnio, amén de desencuentros con nuestra pareja...?
Y en segundo lugar, mi reconocimiento en su particular cineclub de la valentía de hacer cosas diferentes, para conseguir o, por lo menos, intentarlo, resultados asimismo diferentes... y creativos, profundamente humanos. En este caso, el autor ofrece a su hijo lo que considera parte esencial y quizás única, que puede ayudarle, de sí mismo, su profundo amor por el cine, y lo hace con una atrevida propuesta: pacta con él que pueda dejar de ir al instituto durante un año, con la única condición de que "obligatoriamente" vean, analicen y comenten juntos una lista de películas que el padre, que a la sazón también había ejercido como crítico, ha elegido.
Como les hemos prometido al principio, no les contaremos el final...Sólo les diremos que Jesse, el adolescente, una vez adulto, se decanta profesionalmente por la realización cinematográfica. Ya no más pistas...
Esperamos que sigan nuestra recomendación y se adentren en la lectura de este libro, y, por supuesto, esperamos sus comentarios y sugerencias. ¡Buen visionado!

PD: Les ponemos un enlace a la entrevista publicada en nuestra estimada sección "La Contra" del diario barcelonés La Vanguardia, al escritor David Gilmour a propósito de este su libro. No hemos podido vencer a ese restito de malicia que llevamos dentro... We beg your pardon...

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